sábado, 29 de noviembre de 2014

Crónica: La gente dijo: "Botas Nunca Más"



(Diario combativo, 16 de febrero de 1978)




El pueblo se manifestó y derrocó al poder que gobernaba. Comandados por un grupo de jóvenes de entre 18 y 30 años, unas 60.000 personas sacaron a los militares de la Casa Rosada. Además se anunció la cancelación del Mundial de fútbol que se iba a disputar en Junio



¡Algo histórico! Cuando la gente, los compañeros luchan por un objetivo en común. Cuando se unen para parar con el genocidio. Cuando no aguantan las injusticias que se dan en Argentina, pasa lo que pasó ayer. Alrededor de 60.000 personas salieron a pelear. Era matar o morir por la patria. No se pudo con las palabras, las denuncias de los excluidos, de los perseguidos, de los que pensaban "diferente" no alcanzó. A pesar de todo lo que les dijo Rodolfo Walsh en su "Carta abierta a la Junta Militar", nunca reflexionaron ni Videla, ni los demás. Es por eso que no quedó otra alternativa, al parecer.




Sin la esperanza de ser escuchados, salieron a la calle, comandados por un grupo de jóvenes que desde una humilde base de planificación en la ciudad de San Miguel, a unos cinco kilómetros de Campo de Mayo. Desde allí fueron convenciendo gente, según nos contó Agustín, líder del movimiento conocido como "Los Toscos", hasta llegar a El Campito y tomarlo, con complicidad de varios soldados que se encontraban dentro. Además mucha gente se enteró por las distintas explosiones y juntos se animaron a defender la Patria.




Cuando uno espera, el tiempo sobra. Pero ellos decidieron no esperar más. Salieron de la clandestinidad, luego de ser perseguidos por casi más de dos años. Escondidos en su "Casita" planificaron todo. Ayer decidieron que había que terminar con la muerte de inocentes que morían sólo por pensar distinto al poder de turno, a una Junta militar asesina, que vivía en plena impunidad imponiendo el miedo para que la gente no se manifieste. Los militares no tenían en cuenta que de algo tan diminuto como una semilla puede nacer el roble más fuerte y duro, dispuesto a aguantar todos los embates, siempre firme y sin recular.




Juan Gutierrez, el segundo en la línea de mando, conocido como "El Mono alpino", declaró: "La moral de la población era alta y el entusiasmo aumentaba de hora en hora. Habíamos dejado de confiar en la suerte y en la iniciativa individual. Ahora éramos un ejército con comandantes

y municiones; compartíamos un objetivo: Sacar a los milicos del poder. El éxito o el fracaso dependía de nosotros. Sólo teníamos que poner en juego toda nuestra fuerza".




Las últimas horas de Videla y sus secuaces en el poder fueron dramáticas. Estuvieron encerrados, y no se sabe cómo se escaparon los que estaban dentro de Casa Rosada. Mientras que afuera, alrededor de las 19hs entre tiros, bombas de gas, bombas molotov y piedras las calles era un caos y los cuerpos caían desde los dos bandos.




Alrededor de las 22hs la primera línea de mando decidió entrar a la Casa de Gobierno. Allí no encontraron a nadie, sólo había una carta en el despacho presidencial. En ella Videla juraba venganza y la vuelta de los militares al poder. También anunciaba que el Mundial no se iba a realizar. El objetivo de la gente, de la masa que se manifestó, se cumplió. Esta vez, se quiera o no, las armas sirvieron de algo. “Seguramente se estarán previniendo muchas más muertes que las que hubo ayer. Porque si los militares seguían en el poder, el genocidio no sabemos cuánto iba a durar”, precisó Juan Gutierrez.





Luego de la entrada a Casa Rosada, Gutierrez y Agustín salieron al balcón a informar a la gente de la Plaza lo sucedido. Hubo festejos durante toda la noche y al cierre de esta edición. Los soldados que combatieron, dejaron las armas y no van a ser enjuiciados porque no actuaron por ellos mismos, sino bajo orden de los militares.









viernes, 28 de noviembre de 2014

Relato Ficcional: Combatimos

           En la ciudad de San Miguel, en Buenos Aires, Argentina, un grupo de alrededor de 50 jóvenes de entre 18 y 30 años, vivían en clandestinidad, ya que por pensamientos marxistas y combativos, influidos por los ideales de Agustín Tosco, eran perseguidos por los militares. La dictadura comandada por Jorge Rafael Videla estaba en la época más sangrienta.

          Enero de 1.978, en unos meses se iba a dar comienzo al Mundial de fútbol y eso echaría por la borda los planes del grupo de muchachos y muchachas autodenominados "Los Toscos", una agrupación que existía desde 1.975, pero que en ese momento, de a poco en la Ciudad, había crecido. La idea era combatir y derribar el poder que gobiernaba, reclutando personas de cualquier ideología política, pero que a las que el único objetivo que les importara sea hacer temblar a los milicos.





          A unos cinco kilometros del "Cuartel de planificación" o "La casita" como ellos le llamaban, se encontraba el Centro Clandestino de Detención conocido como "Los Tordos" o "El Campito" -Campo de Mayo- ese dato era fundamental para ellos, era un punto estratégico, ya que conocían como la palma de sus manos la zona.

          La voz de mando, a pesar de que había mucha cofraternidad y solidaridad entre ellos, la tenía Agustín, un muchacho de 25 años, morocho y de pelo corto gracias a la razzia, no muy alto, de ojos marrones. Muy flaco, pero con un estado físico y una fuerza sorprendente, a pesar de sus "brazos de escarbadientes" -apodo con el cual lo chicaneaban sus camaradas-. Su mano izquierda (prefirían no llamar mano derecha al segundo en la línea de mando) era Juan Gutierrez, "El Mono Alpino" como le decían ellos. Este era un hombre rubio, de 30 años, robusto, con algo de panza. Siempre de jeans y musculosa, no importaba la época del año, ya que según él "el frío y el calor son psicológicos" . Era muy inteligente y es el que diseñaba los planes.

          Verónica, Gabriela, Lucía y Estela eran las mujeres del grupo. Pocas, pero quizás las más combativas. No perdonaban a ningún traidor de la patria. Ellas, junto con Diego, Miguel y Ramón eran los peronistas de la agrupación y los que habían ingresado hace menos de tres meses. El resto de "Los Toscos" estaban comprometidos, pero salían disfrazados por el barrio, ya que todos necesitaban trabajar y de vez en cuando ver a sus familias.

         "La casita" ubicada en el famoso Cruce Castelar, era un lugar harapiento, tres habitaciones y una sala de reunión, oculto en unos campos abandonados. Una casilla de madera, con un baño precario que se encontraba a cincuenta metros del fondo de la casa. En la sala de reunión y en las habitaciones se encontraban banderas negras y rojas, otras de Argentina. Otra con un dibujo de Agustín Tosco con la frase "Tu espiritu siempre marchando al frente". Y algunas de Perón y dibujos que hacían ellos. También convivían guitarras y  discos.

       El dos de febrero, Verónica tuvo la idea de empezar a moverse para boicotear el Mundial. Sabía que a la gente los medios de comunicación le mentían, por eso decidió hacer una radio clandestina para el barrio en la cual pudieran dar cuenta de lo que sucedía en el País. Como era una transmisión de baja frecuencia, no era detectada por los militares. Tuvieron buena repercusión en el barrio y se sumaron diez compañeros.

         El 15 de febrero empezaron a combatir a los milicos, y ese día terminaron todo también. Fueron a pagarles con la misma moneda. Primero secuestraron a tres que estaban a cinco cuadras de La Casita. No los torturaron, no los mataron. Sólo le sacaron las armas y los uniformes. Eso iba a servir para terminar con la idea. Miguel, Diego, Ramón y dos más fueron vestidos hasta Campo de Mayo, dentro había algunos soldados a los que ya habían convencido de hacer una emboscada. 

         Los demás con El Mono y Agustín a la cabeza, avanzaron por el barrio, produciendo barricadas y combates cuerpo a cuerpo. Ganaron autos y armas, uniformes también. Entre vendavales de furia fueron convenciendo a los vecinos a que acompañen las luchas, a morir por la patria liberada. Así llegaron a Campo de Mayo, donde ya los estaban esperando los militares. Una cuadra antes se detuvieron e idearon cómo iban a entrar cada uno. Por el norte iban a ingresar diez hombres, un grupo de cinco atacarían por cada punto cardinal sobrante, donde adentro los soldados se rebelarían.

       Entraron al Campito, liberaron a gente que estaba secuestrada. Mataron al general García, luego de torturarlo por diez horas. Llegaron a tomar todo Campo de Mayo y desde allí planificaron la avanzada por el resto del País. Sabían que sería difícil, pero si con poca gente habían podido desmantelar un cuartel lleno de militares, con más camaradas podrían salvar a la Argentina de los años oscuros que seguramente tenían pensado los milicos.

-¡Están cagados esos hijos de puta! -Dijo El Mono- ¿Te imaginás Agus como deben estar los bigotes ahora que se enteraron de esto?
-Seguro, Monito. -Respondió su camarada- La misma cara de García cuando lo empezamos a cortar debe tener Videla ahora.
-Vamos a tener que pensar bien como atacar y convencer a más gente. Estos forros deben tener todo planeado. Es raro que no hayan venido ellos todavía.
-Sí, igual ahora vamos a tener que ir a matar o morir. Los que nos acompañen no pueden ser tibios. Dudar es de cagones. Ellos o nosotros. En cuanto te demoraste un segundo, no la contás.
-Por supuesto. Por eso te digo, vamos a tener que hablarle a la gente. El que tiene miedo de liberar la patria, de luchar por el otro, mejor que se quede.
-Dale Mono, vamos porque sino se nos va a hacer tarde. No tenemos tiempo que perder. 

      Se dieron un fuerte abrazo y salieron corriendo por Campo de Mayo a juntar a la gente para coordinar como iban a hacer para ir hasta Capital y quiénes iban a quedarse en el cuartel para defenderlo. Tardaron media hora en juntar a las dos mil personas. Llamaron al combate. A que ninguno se rinda. A morir de pie. 

       Faltaba gente. Querían tener mínimo un piso de 15.000 personas. De repente llegaron las mujeres corriendo, diciendo que desde San Miguel habían llegado ocho mil personas más dispuestas a todo. La sonrisa en la cara de todos se podía ver a una cuadra de distancia. Entraron todos al Campito y nuevamente comenzaron a dar las instrucciones. Dos mil personas se quedarían, por si hubiera un ataque. El resto iba a repartirse y a llegar a Capital en tanques y autos. Tres helicopteros. Y miles de armas. En el camino fueron reclutando gete. No pensaron que encuestión de segundos serían 60.000 personas queriendo sacar a los milicos de Argentina. No iba a ser una guerra civil, iba a ser una venganza por los que mataron los fachos. A las dos de la tarde llegaron a Plaza de Mayo. Una horda de militares salieron. Hubo un combate sangriento.

         Alrededor de 15.000 rebeldes murieron, los milicos caídos fueron muchos más. Cuando por fin pudieron ingresar, a eso de las 22, con un calor agobiante, Videla había huído como una rata. Dejó una carta diciendo que volvería. Que las cosas no quedarían así. Pero que no lo encontrarían. Que el Mundial no se iba a hacer, pero que no estén tranquilos porque les iba a suceder lo mismo que a los demás "Monchos". Sonrieron Mono y Agustín. Sabían que habían triunfado combatiendo todos juntos. 
Salieron al balcón de la Casa Rosada y juntos gritaron: "Camaradas, Videla se escapó. ¡Triunfamos!" . Agustín tomó la palabra y les contó a los que quedaron en la Plaza, que entre abrazos, risas y llantos, escuchaban: "Dejó una carta diciendo que volverán las botas. Lo único que podemos decirles nosotros es que mientras haya memoria no volverán.".  

Biografía: Wladyslaw Szpilman

        Wladyslaw Szpilman fue un pianista judío de origen polaco. Nació en Sosnowiec, Polonia, el 5 de diciembre de 1911. Además fue compositor y escribió sus memorias con ayuda del escritor Jerzy Waldorf. Szpilman fue superviviente del Holocausto de los Nazis hacia los judíos en la Segunda Guerra Mundial. En su libro autobiográfico "El pianista del Gueto de Varsovia" (1.945) cuenta como comenzó su carrera, sus primeros trabajos y cómo fue sobrevivir a la ofensiva nazi en el Gueto.

         Szpilman estudió piano en el Conservatorio de Varsovia y en la Academia de Artes de Berlín, a principios de la década de 1.930. Su primer trabajo fue en la Radio Polaca, en 1.933. Allí se convirtió en un reconocido y célebre pianista y compositor. De esa manera se ganaba la vida. Todo eso duró hasta que en 1.939 la Alemania Nazi invadió Polonia. Fue enviado junto con su familia al Gueto de Varsovia. En el libro, Wladyslaw relata en primera persona la vida dentro del Gueto: Enfermedades, contrabando, violencia, policías corruptos, pobreza y gente rica que no ayudaba, entre otras cosas.

Wladyslaw Szpilman tocando el piano


         Durante la Guerra ayudó a cavar trincheras para refugiarse de los ataques de los alemanes, pero a los dos días volvió a Radio Varsovia, donde había trabajado, y la cual había cerrado unos días antes, para continuar con su trabajo, ya que consideraba que serviría mucho más que cavando trincheras. Sobrevivió refugiado con otras diez personas. Se salvó de la muerte durante un bombardeo en el cual murió un muchacho que estaba junto a él.

          Su familia fue trasladada a un campo de concentración, por lo que no volvió a verla y nunca más supo de ellos. Ayudó a la resistencia del gueto mientras trabajaba dentro de un restaurant. Allí contrabandeó armas dentro de las comidas. Ya sobre el final de la Guerra, en 1941, huyó hacia la parte aria de la Ciudad. Permaneció escondido para no ser descubierto y fue ayudado por amigos polacos. Sin embargo, siguió componiendo música clásica y tocó en el "Café Sztuka". Fue arrestado por un oficial nazi junto a unos amigos, pero consiguió la libertad al interpretar una obra de Chopin, músico prohibido por el régimen nazi.

           En 1.945, luego de terminada la Guerra, se convirtió en Director Musical de la Radio Varsovia, cargo que ocupó hasta 1.963. Ese mismo año junto con Jacob Gimpel fundaron el Quintento de Piano de Varsovia, con el cual realizaron giras alrededor del mundo durante más de veinte años. Compuso más de 500 canciones en ese período.

           Su libro fue censurado en 1.945. Fue reeditado en 1.998 y tuvo una gran repercusión. El director de cine Roman Polanski hizo una adaptación del libro en su película "El pianista" de 2.002.
Fue un excluido que sobrevivió al régimen más sangriento de los últimos siglos. Falleció a los 88 años en Varsovia.

jueves, 27 de noviembre de 2014

Opinión: Cuando el marginado se expresa

     Muchas veces los excluidos no tienen la fortuna de poder expresarse para que escuchen sus problemas. En realidad, es lo que se siente. Con un simple gesto ya lo dicen todo. Quizás a la sociedad gobernante no les interesa escucharlos por más gritos que den las personas que sufren. Ha pasado en toda la historia de la humanidad y en distintos momentos y épocas, pero siempre llega ese estallido en el que el marginado explota y se hace oír. Eso produce grandes cambios y siempre es un cambio para bien. Saca a la gente de la sumisión y la apatía a la que nos tiene acostumbrado el sistema que ha gobernado a través del tiempo.



      Uno de los casos de marginados se dio en la Revolución Industrial de Inglaterra que sucedió en la segunda mitad del Siglo XVIII. En esa época hubo mucha discriminación y niños pobres en orfanatos que eran maltratados. Muchos escapaban y en la calle eran obligados a robar para personas que los explotaban. En el cuento "Oliver Twist" de Charles Dickens (1837) se muestra como sucedía esto. Un niño huérfano que migra desde el campo a la ciudad de Londres por los maltratos que recibía en el orfanato. Oliver -personaje principal del cuento- era reprimido sólo por pedir un poco más de comida, ya que era muy poca y no satisfacía el hambre que tenía. Sólo por reclamar algo que le correspondía era castigado:

"...En el hospicio, el hambre seguía atormentando a Oliver y a sus compañeros: sólo les daban un cacillo de gachas al día, excepto los días de fiesta en que recibían, además de las gachas, un trocito de pan. Al cabo de tres meses, los chicos decidieron cometer la osadía de pedir más comida y, tras echarlo a suer tes, le tocó a Oliver hacerlo. Aquella noche, después de cenar, Oliver se levantó de la mesa, se acercó al director y dijo:

-Por favor, señor, quiero un poco más.

-¿Qué?- preguntó el señor Limbkins muy enfadado.

-Por favor, señor, quiero un poco más-  repitió el muchacho.

El chico fue encerrado durante una semana en un cuarto frío y oscuro; allí pasó los días y las noches llorando amarga mente. Sólo se le permitía salir para ser azotado en el comedor delante de todos sus compañeros. El caso del “insolente muchacho” fue llevado a la junta parroquial; ésta decidió poner un cartel en la puerta del hospicio ofreciendo cinco libras a quien aceptara hacerse cargo de Oliver..."


      Se puede hacer un paralelismo con la Revolución Francesa y los reclamos de campesinos marginados a los que explotaban la clase monárquica. Suba de impuestos, aumento del precio del pan y cereales, crisis económica. En ese caso hubo guerras, intervención militar, pero se pudo conseguir una Declaración de Derechos Humanos que cambió el rumbo de la historia. Las guerras sucedidas en Francia y las condiciones de campesinos fue reflejada en la novela de Victor Hugo llama "El noventa y tres" (1874). En este fragmento se muestra como las mujeres con sus niños se refugiaban y huían de modo nómade sin saber de los peligros que había:



"...La mujer, estupefacta, petrificada, miraba a su alrededor como a través de un sueño, viendo aquellos fusiles, aquellos sables, aquellas bayonetas y aquellas caras feroces. Los dos niños se despertaron y asustados se echaron a llorar.
— ¡Tengo hambre! — dijo uno.
— ¡Tengo miedo! — dijo el otro.
El menor continuaba mamando. La cantinera se dirigió a él.
—Tú sí sabes lo que haces.
La madre estaba muda de espanto.
El sargento se dirigió a ella:
—No tengas miedo, somos del batallón del Gorro Rojo.
La mujer tembló de pies a cabeza. Miró al sargento, en cuyo duro semblante no se veían más que las cejas, las pestañas y los bigotes, aparte de las brasas de sus ojos.
—El batallón de la antigua Cruz Roja — añadió la cantinera.
El sargento continuó:
—¿Quién eres?
La mujer lo contemplaba muda de espanto. Era delgada, joven, pálida e iba vestida de harapos, con el grueso capuchón de Las labradoras bretonas y la manta de lana sujeta al cuello con un bramante. Dejaba ver su seno desnudo con la indiferencia de una nodriza. Sus pies, sin medias ni calzado, estaban ensangrentados.
—Es una mendiga —dijo el sargento.
—¿Cómo te llamas? —preguntó la cantinera con una voz que estaba entre la del soldado y la femenina, pero en cualquier caso dulce.
—Michelle Fléchard —murmuró la mujer tartamudeando.
La cantinera, entre tanto, acariciaba con su ruda mano la cabecita del lactante.
—¿Cuánto tiempo tiene este muñeco?—preguntó.
La madre no comprendió. La cantinera insistió:
—¿Qué edad tiene este?
—¡Ah! Dieciocho meses —dijo la madre.
—Ya es mayor —dijo la cantinera—. No tienes que darle más de mamar. Será preciso destetarlo. Le daremos de nuestra sopa.
La madre comenzó a tranquilizarse. Los dos niños, ya completamente despiertos, se mostraban más curiosos que asustados. Admiraban los plumeros de la tropa..."

        Para cerrar, en Argentina un caso de marginación, de exclusión y emigración se refleja en el "Martín Fierro" de José Hernández. En el cuento se muestra cómo era la vida de un gaucho en nuestro País y como, de la nada, un alcalde ordena apresarlos y mandarlos a fronteras a pelear y también a batallas, sin importar si ellos querían ir o no. Escrita en prosa, en el siguiente fragmento detallo una parte del cuento:

"...Estaba el gaucho en su pago
con toda siguridá;
pero aura... ¡barbaridá!
la cosa anda tan fruncida,
que gasta el pobre la vida
en juir de la autoridá.

Pues si usté pisa en su rancho
y si el alcalde lo sabe,
lo caza lo mesmo que ave
aunque su mujer aborte...
¡No hay tiempo que no se acabe
ni tiento que no se corte!

Y al punto dése por muerto
si el alcalde lo bolea,
pues ahi no más se le apea
con una felpa de palos.
Y después dicen que es malo
el gaucho, si los pelea.

Y el lomo le hinchan a golpes,
y le rompen la cabeza,
y luego con ligereza,
ansí lastimao y todo,
lo amarran codo con codo
y pa el cepo lo enderiezan.

Ahi comienzan sus desgracias,
ahi principia el pericón;
porque ya no hay salvación,
yque usté quiera o no quiera,
lo mandan a la frontera
o lo echan a un batallón.

Ansí empezaron mis males
lo mesmo que los de tantos;
si gustan... en otros cantos
les diré lo que he sufrido.
Después que uno está…perdido
no lo salvan ni los santos.

Tuve en mi pago en un tiempo
hijos, hacienda y mujer,
pero empecé a padecer,
me echaron a la frontera
¡y qué iba hallar al volver!
Tan sólo hallé la tapera..."


         Entonces a la sociedad que gobierne, está claro que no le importa la opinión del excluido, sino que la combaten reprimiendo. Eso sucede hasta que el marginal se expresa y en ese momento la historia cambia y la voz de los que gritan y no los escuchan, retumba y queda grabada a través de los años.

EDITORIAL: ¿Y SI ELLOS FUERAN LOS EXCLUIDOS?


     ¿Qué pasaría si a esas personas a las que la gente "común" mira con desprecio un día llegarán al poder? ¿Qué pasaría si los excluidos dejan de serlo? ¿Cómo es vivir en un "mundo paralelo"? ¿Por qué hay tanta discriminación si todos somos seres humanos? ¿Hace falta ser alguien "normal" en un mundo anormal?

      En este blog intentaré dar cuenta de cómo es la mirada por parte de alguien que camina al costado del mundo al que a todos les parece que es el real. En el camino surgirán muchas preguntas que, tal vez, no tienen respuesta: ¿Cómo te sentirías si vos fueras al que discriminan, al que excluyen, al que critican? ¿Cómo reaccionaría la gente que tiene "poder" en un mundo y en un sistema al que nos acostumbraron a estar si de repente una parte alejada de ese mundo se le rebela? Entre otras.

El reclamo de los excluidos, la otra mirada.


      Julio Cortázar, en su cuento "Casa tomada" (1946), intenta mostrar un poco este tema. Resulta que unos hermanos pertenecientes a la oligarquía argentina de la década del '40 se encuentran en una casa antigua y grande que heredaron. De repente comienzan a escuchar ruidos. Piensan en "algo" que entró y que de a poco va obligando a los hermanos a dejar lugares de la casa. No enfrentan la situación, sino que, ofuscados, molestos, pero sin reacción en contra de la problemática, deciden huir de a poco, hasta salir de la casa, cierran la puerta y se auto-excluyen. Tal vez no había un invasor físico en la casa, sino que, Cortázar, usa la metáfora de comparar el pensamiento de la oligarquía dominante de esa época con el peronismo, que avanzaba a pasos agigantados, sin que nadie pudiera hacer nada. El peronismo en esos años era muy mal visto. Eran, de alguna forma, excluidos, discriminados, aunque ya habían llegado al poder.

      Excluidos puede haber de miles de forma, en sí esa palabra toma miles de adaptaciones, significados, significantes, usos y definiciones. En el blog, trataré de mostrarlo como una virtud. Ser un excluido, es, a veces, ir en contracorriente hasta llegar, de alguna forma u otra, a ser reconocido, a mostrar que no siempre hay que seguir lo que “todos” siguen, a buscar un cambio a la apatía que muchas sociedades tienen. Pasó con revoluciones como la inglesa y la francesa. Sucedió en épocas de colonias, en guerras y dictaduras. Pasa con el capitalismo actual que gobierna el mundo, pero al que cada vez le queda menos poder. Quizás pensar en que no haya discriminación con los que menos tienen o con los que no piensan como el resto de la sociedad.

      En el sentido de ver a los excluidos como la contracorriente, como una parte del mundo que podría llegar a relegar al poder actual. No como una utopía, sino contar la otra mirada, la del marginado. En base a estos modos de ver la exclusión voy a relatar y a contar historias, alguna que otra ficción, cuentos, crónicas y opiniones dentro del blog. Espero que se vean reflejados y si lo leés, que te sientas identificado con lo que escribo. Se aceptan críticas y halagos, pero lo que más me importa es que se tome conciencia sobre el mal pensamiento que tienen muchas personas. Que lo disfrutes.